La bandera del Orgullo es el sueño de un diseñador. Con un simple vistazo a las seis rayas sólidas de color se transmite alegría, y el diseño —creado originalmente por Gilbert Baker en 1978— ha llegado a representar la justicia social para las comunidades LGBTQIA y sus aliados. Desafía las visiones tradicionales y binarias de género, y representa lo que el “Orgullo” significa más allá de la festividad designada. Significa la lucha contra la discriminación basada en la sexualidad y la identidad, y los aspectos que convierten a una comunidad en una verdadera comunidad.

La simple belleza y el rico simbolismo del diseño fueron la inspiración que se esconde tras un proyecto que la fotógrafa Sophia Emmerich desarrolló con el apoyo del Fondo Comunitario de la Residencia Creativa de Adobe. Este programa — que se representa con el lema ”Crea. Comparte. Activa. Empodera”— significa que Emmerich tuvo la posibilidad de llevar a cabo su mayor producción hasta entonces. El producto final presenta a seis personas del colectivo LGBTQIA.

“Es fotografía de la belleza, pero con un giro” —explica la fotógrafa residente en Berlín, que incorporó Adobe Photoshop y Lightroom en su proceso para editar los seis retratos individuales en una sola gran foto que imita a la bandera del Orgullo—. Lightroom realmente me facilita las cosas a la hora de navegar con un clic y hacer mis elecciones favoritas”. Después, cuando editaba en Photoshop, hacía ligeros retoques con su herramienta favorita, la herramienta Tampón de clonar. “También usaba las herramientas Sobreexponer y Subexponer porque no quería destruir la textura de la piel. Ya sé que las fotos no parecen supernaturales, pero es que tampoco quería que quedaran demasiado poco naturales”. Finalmente, seleccionó gamas de colores para cada imagen con la intención de alcanzar un buen contraste cuando se combinara cada escena de color.

Más de lo que se puede ver.

Sea cual sea el proyecto o el proceso, el objetivo de Emmerich consiste en golpear a la gente con una imagen aparentemente comercial antes de que se den cuenta de que es mucho más que una simple imagen bonita, que merece perdurar un poco más en nuestra mente y quizás provocar una conversación. “Puedes conseguir que la gente mire una foto y piense: ‘¡Vaya, es realmente bonita’ —afirma Emmerich—. Se quedan mirando un poco más de tiempo y a lo mejor pueden haber dado con el mensaje que conlleva. La belleza, para mí, es una forma de que la gente entre en un debate. Es la puerta de entrada”.

Echa un vistazo a lo que sucedió entre las bambalinas de la sesión de fotos del Orgullo de Emmerich.

Nacida y criada en un pequeño pueblo del sur de Alemania, a Emmerich se la animó a hacer incursiones en las artes durante toda su infancia. Recuerda la alegría que sentía al alternar entre el teatro, la pintura y el cine, cada uno de los cuales le presentaba un nuevo grupo de personas que quería conocer. “Se te abría la mente. Además, había actores, bailarines y músicos, y yo pensaba: ‘¡Dios mío, sois todos tan guays y tan grandes’”, rememora Emmerich.

“Puedes conseguir que la gente mire una foto y piense: ‘¡Vaya, es realmente bonita’. Se quedan mirando un poco más de tiempo y a lo mejor pueden haber dado con el mensaje que conlleva. La belleza, para mí, es una forma de que la gente entre en un debate. Es la puerta de entrada”.

Emmerich se mudó a Berlín al cumplir 18 años y empezó a fotografiar películas y vídeos. Describe que se enamoró de la gente y la cultura de Berlín, y cada vez le apetecía más contribuir con su trabajo creativo. “En algún momento, me di cuenta de que quería hacer cosas en las que fuera un poco más independiente,” afirma. Al tener poco dinero o un acceso limitado a recursos, descubrí que hacer películas no resultaba tan fácil en Berlín. —Emmerich prosigue—. Había tanta gente en la que tenía que confiar para hacer vídeos... Era como si pensara: ‘No voy a hacer ni una mierda yo sola. El paso siguiente más próximo a los vídeos era hacer fotos’”.

Fíngelo... hasta que lo consigas.

Hace unos pocos años, una amiga música se vio en un aprieto después de que un fotógrafo de su gira la dejara tirada en una sesión en el último momento. “Creo que ella sencillamente asumió que yo sabía lo que estaba haciendo, solo porque lo fingía hasta que lo conseguí”. Desde ese momento, a Emmerich se la rifaban. Se vio a sí misma labrándose una reputación dentro de la escena musical berlinesa. “Además, después al estar aquí y ser tan bien recibida con los brazos abiertos en esta comunidad, me vi obligada a devolvérselo a esta misma comunidad”.

Aunque se siente agradecida a las fotos de conciertos musicales en directo y las carátulas de los álbumes que ha desarrollado, en algún momento, Emmerich estaba preparada para hacer "más cosas que escondieran un significado y que representaran algo que yo respaldara —sigue explicando—. En realidad, quiero contar esos mensajes mediante mi fotografía, en lugar de una fotografía más orientada al servicio”. Como ella misma se animaba a presentar arte con un propósito, Emmerich ha expuesto imágenes de hombres con vello facial que se pintan los labios de rojo, fotos de belleza de mujeres con vello corporal y escenas de salones de baile con personas LGBTQIA desfilando por una pasarela.

El proyecto Orgullo de Emmerich para el Fondo Comunitario de la Residencia Creativa de Adobe empezó con una misión similar de dar prioridad a la comunidad, pero también es su comunidad la que hizo que el tratamiento en tecnicolor explotara de popularidad en las redes sociales. “Me limité a publicarlo en Instagram. Las seis personas lo compartieron. Adobe lo compartió. A partir de ahí, muchísima gente empezó a compartirlo. Después, apareció en Behance y cobró vida propia”. Todo el dinero del fondo que no se llegó a gastar en la producción del Orgullo, Emmerich se lo donó a una organización sin ánimo de lucro con una ética similar, llamada Center for Intersectional Social Justice.

¿Y ahora qué? Emmerich quiere seguir cuestionando el binario de género de la industria de la belleza con más y más marcas. “Quiero que un niño pequeño que quiera usar maquillaje o esmalte de uñas vea estas cosas y se sienta representado”.

Ver más trabajos de Sophia Emmerich en Behance.